...¨Si se fueran a un viaje largo quizás sin regreso, ¿qué objetos llevarían?¨ante la pregunta del profesor pensé que debería llevar objetos prácticos lógicamente, como quien se va a mochilear, sin embargo esta afirmación cambio cuando le otorgue una mirada más emocional al ejercicio de memoria, pues bien eso era, un rescate de algo que se alojase en nuestra mente y que haya movido algo dentro de mí en algún momento.
Frente a esto, introduje en mi maleta de memoria diversos objetos, todos ellos cargados con un recuerdo que me hiciera vibrar. No pude evitar agregar objetos prácticos como por ejemplo una libreta de dibujos, lápices y plumones, después, agregue un mapa rutero que me robe de un camping en Cochiguaz, este me ayudo a volver a mi casa una vez que andaba mochileando en el norte. Esa instancia en el camping de Cochiguaz fue muy linda y mágica, era la primera vez que salía a mochilear con mi hermano mayor, la primera vez que escalaba en roca y la primera vez que vi un cielo nocturno tan perfecto donde el brazo de la vía láctea se manifestaba con su máximo esplendor. Nunca había sentido tanta fuerza de las montañas y el cielo me había atrapado, yo me volvía cada día más pequeña ante tanta belleza y armonía, en ese momento sentí la máxima conexión de mi cuerpo y alma con la naturaleza.
Otro objeto que recopile porque me encanta fue un libro de Margaret Atwood “los cuentos de la criada” me lo regalo mi mamita la navidad del 2018. Agregué a la aleta también una vagina de tela hecha a mano, la obtuve de la toma feminista en la escuela de artes el 2018, aquella toma representa una linda etapa llena de crecimiento. Un acontecimiento importante que ocurre en esta toma fue volverme vegana, quiero decir cambiar mi estilo de vida y alimentación hacia uno más noble rechazando el consumo de animales, muchas niñas ahí lo eran y comencé a educarme con respecto al tema, comencé viendo varios vídeos sobre lo que ocurría en los mataderos, también vi documentales donde explicaban como la industria de la carne y la ganadería eran los contaminantes número uno y causaban daños irreparables para el planeta, leí diferentes análisis científicos donde se demuestra que hoy el humano puede vivir perfectamente en base a una dieta de vegetales, plantas y semillas.
Entonces comencé a cuestionarme el hecho de ser feminista y no vegana, como podía estar en contra de la opresión hacia las mujeres y no estarlo hacia las de otras especie, si igualmente son esclavas, violadas, separadas de sus hijos, sienten, aman y lloran, y todo por un negocio del cual yo era cómplice. Me cuestioné como podía creerme ecologista y comer hamburguesas aportando a la huella hídrica que deja la industria de la carne. Desde ese momento cambié mi alimentación por ende mi estilo de vida se volvió más sustentable y me alegro de haberlo hecho, sin duda es lo mejor que me ha pasado en la vida.
Otros objetos; un cuarzo rosado traído de la reserva Los Bellotos, donde anduvimos mochiliando con mi hermano y por primera vez con mi mamá. Un picachu de juguete y una cajita con una manivela que toca una cancioncita navideña, esos fueron regalos que me hizo mi hermano ambas en tiempos muy lejanos, cuando me regalo el picachu me dijo “yo tengo el mismo pero uno más grande porque soy el mayor” me dio a entender que me cuidaba y me acompañaba a cada instante. La cajita musical me la obsequio antes de irse al norte a hacer su práctica, ese tiempo que no estuvo le eche de menos.
Agregué mi diario como otro objeto importante, esconde lo que todos los diarios personales esconden, secretos, intimidades, manchas que tenemos en el alma y necesitamos sacar, y sellado con una magia para que lo que está escrito no vuelva a pasar y no salga de ahí, sin duda es importante para mí, porque logro analizarme mediante la escritura.
Finalmente los últimos objetos que puse en mi maleta fueron una cámara análoga que me regalo mi mamita y fotografía tomadas con la misma cámara, en esas fotos había retratos de familiares, abuelo, abuela, pololo, mascotas, calles, y amistades.
De todos los objetos que mencione, quise rescatar la vagina de tela, que me recuerda la lucha del feminismo, la libertad, el no ser jamás oprimida ni opresora; mi diario de vida, que representa mi canal mi desahogo; la cajita musical que me recuerda a la contención por parte de mi familia, y una fotografía donde aparecen dos amigxs que un día me hablaron de veganismo y cambiaron mi vida.
Con respecto a los objetos seleccionados, hice una lluvia de conceptos donde brotaron palabras como compasión, amor, antiespecismo, veganismo y empatía,
Entonces en base a esos conceptos comencé a trabajar posteriormente.